domingo, 10 de octubre de 2010

El cambio extremo del fútbol femenino

El biotipo masculino de las jugadoras que intentaban imitar a los varones, la indisciplina, la informalidad y la falta de metas claras marcaron los primeros pasos del fútbol femenino en Colombia en las décadas del 70 y el 80.

En las canchas se veía a las chicas que se peinaban para parecerse a Alberto Tarantino (melenudo jugador argentino), Leonel Álvarez y René Higuita. Y otras que, por su contextura y fuerza física, eran llamadas Corocero Parea o Ponciano Castro. Muchachas que sufrían las consecuencias de la estigmatización y enfrentaban luchas diarias en la casa, el barrio, el colegio y la sociedad, por practicar un deporte que, en sus inicios, fue exclusivo para hombres.

Futbolistas del pasado reconocen que ellas también tenían algo de culpa de que se les mirara diferente, pues "la mayoría eran mujeres desordenadas y sin metas claras; no se preocupaban por lucir bien en su aspecto físico, por capacitarse y generar una imagen positiva".

Por fortuna llegó la transformación y hoy en día en Colombia las exponentes del balompié muestran una cara diferente. Prueba de ello es el equipo que participa en el Mundial sub20 de Alemania, en el que casi todas estudian (varias están becadas en E.U.) y se proyectan como profesionales en diferentes áreas.

Cuenta Amparo Maldonado, fundadora del club Independiente de Cali, que el fútbol femenino del país inició su carrera en territorio vallecaucano. Esta ex arquera recuerda que el primer torneo departamental, en el que participaron equipos de Calcedonia, Sevilla, Cerrito, Palmira y Cali, como Águila Roja, fue en 1971. Guillermo Sarda y Faustino Abadía fueron grandes promotores.

Bogotá, hoy potencia en menores, y Antioquia le siguieron los pasos. En Medellín la Meca fue el barrio La Floresta, donde se jugaban amistosos con Castilla, Belén y Buenos Aires. A Margarita Martínez, ex volente 10, la señalan como la entrenadora artífice de la lucha contra el desprestigio de las futbolistas, la mujer que les señaló un camino diferente, tarea que continuó Liliana Zapata.

Colombia tiene ahora un fútbol femenino de exportación que, además de técnica, posee bellas representantes que son orgullo nacional


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